jueves, 30 de septiembre de 2010

Técnicas de relajación sencillas y efectivas: I Respiración y respiración diafragmática

Beneficios de la relajación

El estrés es la respuesta de la Naturaleza ante situaciones potencialmente peligrosas para nuestra supervivencia. Suben las pulsaciones, el riego sanguíneo aumenta, pasamos a estar en un estado de alerta y en definitiva, todo nuestro cuerpo se prepara para la acción: defenderse o huir.

Pero cada vez más, son los problemas nerviosos y los que de ellos se derivan la lacra de salud más acuciante en nuestra sociedad actual. Todos vivimos acosados por multitud de estímulos y de obligaciones y a menudo, nos vemos sucumbiendo a esa palabra relativamente moderna: el estrés.

Cuando estamos extresados, nuestro sistema hormonal libera cortisol. Exponer prolongadamente nuestro organismo a esta hormona puede acabar generando daños físicos en órganos vitales, entre ellos el cerebro. Del mismo modo que si nos exponenos durante demasiado tiempo a los rayos solares, estos acabarán causándonos quemaduras en la piel.

Por todo ello, las técnicas de relajación resultan una herramienta muy útil para recobrar un ritmo de vida saludable después de los quehaceres cotidianos o de la jornada laboral, o incluso para ponerlas en práctica in situ, cuando notes que alguna situación está disparando tus nervios. Te explico cómo podrás comprobar por ti mismo y fácilmente los beneficios de la relajación.

Relajarse respirando

Mantente alerta y haz la prueba: verás que en mitad de las situaciones que te generan ansiedad, te descubres a menudo conteniendo la respiración. Repirar es un proceso metabólico que aporta oxígeno a nuestro cuerpo, fundamental para su buen funcionamiento. Cuando sientas que estás conteniendo el aliento, prueba a volver a respirar con normalidad y verás cómo te sientes más relajado automáticamente.

La respiración es un proceso automático al que no solemos prestar atención, pero concentrarte en tu respiración puede ser un buen primer paso para empezar a relajarte y a tomar conciencia de tu cuerpo y su estado de relajación o ansiedad. Túmbate o ponte lo más cómodo posible en un  lugar tranquilo donde nadie te pueda molestar. Generalmente, realizamos una respiración superficial, pero en este caso vamos a aprender a respirar completa y eficientemente.

Respiración diafragmática


La forma correcta de respirar es empujando hacia abajo con nuestro diafragma para permitir que los pulmones se hinchen de aire en toda su capacidad. Si lo hacemos correctamente, no será el pecho lo que sube y baja sino la tripa y abdómen. A este tipo de respiración se le llama respiración diafragmática. Para comprobar que estás respirando correctamente, túmbate boca arriba y pon la mano a la altura del estómago o más abajo. Respira. En esta postura, la respiración diafragmática se produce de manera natural y notarás, como hemos visto, que es tu barriga y no tu pecho lo que sube y baja con cada respiración.

Para empezar a relajarte y a centrarte en tu cuerpo puedes realizar este ejercicio de control de la respiración. Marca un tempo en tu mente y realiza aspiraciones e inspiraciones profundas de esta manera: inspiración: 3 tiempos, pausa (contienes el aliento): 1 tiempo, espiración: 3 tiempos. Mientras inspiras, imagina que todo el estrés acumulado sale de tu cuerpo con el aire. Realiza varias respiraciones de este tipo hasta que te sientas relajado.

Relajar la mente

Relajarse y respirar normalmente centrando la atención en nuestra propia respiración es también una manera de relajar la mente. Mantener la mente centrada en nuestra respiración, provoca que tomemos una mayor conciencia de nuestro estado y al mismo tiempo nos ayuda a evitar los pensamientos o preocupaciones que pudieran asaltarla. Ponte cómodo y respira con normalidad manteniendo la atención en tu respiración. Permite que tu cuerpo y tu mente se relajen, no te dejes llevar por ningún pensamiento concreto, céntrate sólo en tu respiración. Si realizas este ejercicio de meditación durante 10 o 15 minutos notarás cómo te libera del cansancio.

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